Las fobias implican una ansiedad persistente, irrealista e intensa en respuesta a situaciones externas específicas como mirar hacia abajo desde las alturas o acercarse a un perro pequeño.

La gente que tiene una fobia evita situaciones que desencadenan su ansiedad o las soporta con gran sufrimiento. Sin embargo, reconocen que su ansiedad es excesiva y por ello son conscientes de tener un problema.

Agorafobia

Aunque agorafobia significa literalmente temor a las áreas del mercado o a los espacios abiertos, el término describe más específicamente el miedo a quedar atrapado sin una manera práctica y sencilla de escapar en caso de un ataque de ansiedad. Las situaciones típicas que son difíciles para una persona con agorafobia incluyen la espera en la cola en un banco o en el supermercado, sentarse en la mitad de una larga fila de asientos en el teatro o en clase y viajar en autobús o en avión. Algunas personas desarrollan agorafobia después de presentar un ataque de pánico en una de estas situaciones. Otras personas pueden sentirse simplemente incómodas en estas situaciones y no desarrollar nunca, o sólo tardíamente, ataques de pánico. La agorafobia a menudo interfiere con la vida diaria, en ocasiones de forma tan intensa que deja a la persona recluida en su domicilio.
Un 3,8 por ciento de las mujeres y un 1,8 por ciento de los varones presenta una agorafobia en un período de 6 meses. El trastorno comienza con más frecuencia temprano en la segunda década de la vida; es raro que se inicie más allá de los 40 años.

Tratamiento de las Fobias

El mejor tratamiento para la agorafobia es la terapia de exposición, un tipo de terapia del comportamiento. Con la ayuda de un terapeuta, la persona busca, confronta y permanece en contacto con lo que causa sus temores hasta que su ansiedad es poco a poco aliviada por la familiaridad que adquiere con la situación (un proceso llamado habituación). La terapia de exposición ayuda a más del 90 por ciento de las personas que la practica adecuadamente.
Si la agorafobia no se trata, generalmente fluctúa en intensidad y puede incluso desaparecer sin un tratamiento formal, posiblemente porque la persona ha llevado a cabo algún tipo personal de terapia de comportamiento.
Las personas con agorafobia que están profundamente deprimidas pueden necesitar tomar un antidepresivo. Las sustancias que deprimen el sistema nervioso central, como el alcohol o grandes dosis de fármacos ansiolíticos, pueden interferir en la terapia del comportamiento y antes de comenzar la terapia se interrumpen de modo gradual.
Al igual que en el trastorno por pánico, la ansiedad en algunas personas que padecen agorafobia puede tener sus raíces en conflictos psicológicos subyacentes. En estos casos, la psicoterapia (en la cual la persona adquiere un mejor conocimiento de los conflictos subyacentes) puede ser útil.

Fobias específicas

Las fobias específicas son los episodios de ansiedad más frecuentes. Alrededor del 7 por ciento de las mujeres y el 4,3 por ciento de los varones tiene una fobia específica en un período de 6 meses.
Algunas fobias específicas, como el temor a los animales grandes, a la oscuridad o a los extraños comienzan temprano en la niñez. Muchas fobias desaparecen con el tiempo. Otras fobias como el miedo a los roedores, a los insectos, al agua, a las alturas o los sitios cerrados, se desarrollan característicamente más tarde. El 5 por ciento de las personas, por lo menos, tiene un cierto grado de fobia a la sangre, las inyecciones o las heridas y puede incluso desmayarse, lo que no sucede con otras fobias ni otros tipos de ansiedad. Por el contrario, muchas personas con trastornos por ansiedad, hiperventilan, lo que les puede provocar sensaciones de desmayo, aunque en realidad no llegan a desmayarse.

Tratamiento de las Fobias Específicas

Frecuentemente, una persona logra vivir con una fobia específica, simplemente evitando la situación o el objeto que le produce temor. Por ejemplo, un habitante de la ciudad temeroso de las serpientes puede que no tenga ningún problema en evitarlas. Sin embargo, los habitantes de las ciudades a quienes asustan los espacios pequeños y cerrados como los ascensores tendrán problemas para trabajar en un piso alto.

La terapia de exposición, un tipo de terapia del comportamiento en la cual se expone a la persona de modo gradual ante la situación o el objeto temidos, es el mejor tratamiento para una fobia específica. Un terapeuta puede ayudar a la correcta realización de la terapia, aunque ésta puede ser realizada sin su ayuda. Incluso las personas con fobia a la sangre o a las agujas responden bien a la terapia de exposición. Por ejemplo, a una persona que se desmaya cuando le sacan sangre se le puede colocar una aguja en posición cercana a una vena y retirarla cuando el ritmo cardíaco comienza a disminuir. La repetición de este proceso permite la normalización del ritmo cardíaco. Al final, esta persona puede hacerse sacar sangre sin desmayarse.

Los fármacos no son muy útiles para ayudar a superar las fobias. Sin embargo, las benzodiacepinas (fármacos ansiolíticos) pueden proporcionar un control a corto plazo, como por ejemplo en el miedo a viajar en avión.
La psicoterapia con el objetivo de comprender los conflictos internos de la persona puede ser útil para identificar y tratar los conflictos que subyacen bajo una fobia específica.