Control de la ira y agresividad.

La ira es una reacción emocional lógica ante situaciones que se perciben como una injusticia o ante algo que se interpone en la consecución de objetivos personales. Desde esta perspectiva, como cualquier emoción, no sólo es útil, sino también necesaria, pues supone una voz de alarma que resulta en una reacción impulsiva de contraposición a algo que se considera como una agresión, reduce el miedo a la misma y genera la energía necesaria para actuar. Sin embargo, la irascibilidad puede ser también un síntoma propio de estados de ansiedad, agotamiento, depresión, trastornos de la conducta o incluso de fases avanzadas de demencia.

La ira es una emoción y como todas las emociones debería servirnos para adaptarnos a las diferentes situaciones, sobre todo aquellas que requieren de una respuesta de afrontamiento para su resolución. Experimentar una reacción de ira adaptativa nos defiende y nos pone a salvo de un peligro o agresión de nuestro entorno o medio ambiente. Pero cuando no se controla, deja de ser adaptativa y puede generar un daño absolutamente innecesario a los demás e incluso a nosotros mismos.

Lo que provoca la pérdida del control sobre la agresividad no es tanto lo que sucede en sí, sino la forma en que interpretamos acerca de lo que sucede. Esta interpretación errónea de la situación básicamente genera una sensación de «amenaza» que produce una activación (física y cognitiva) cuya «salida»  o defensa errónea frente a dicha amenaza puede ser una reacción de ira o agresividad. Las consecuencias suelen ser:

  • Producir daño a terceras  personas, incluso a las que queremos.
  • Incurrir en un riesgo para nuestra integridad física: también otras personas nos pueden responder de forma agresiva o violenta.
  • Utilización de la ira con mayor frecuencia, aumentando el descontrol y la violencia (refuerzo de estas conductas inadecuadas).
  • Desarrollo de otros problemas psicológicos y físicos como pueden ser depresiones, sentimientos de culpabilidad, baja autoestima, problemas cardíacos, de tensión arterial, digestivos, etc.

Tratamiento personalizado por psicólogo en Valencia.

PROGRAMAS PERSONALIZADOS

Se pretende construir y generar un programa que favorezca la reestructuración cognitiva en la persona que tiene identificado este problema, logrando como consecuencia el uso de estrategias adecuadas para controlar la ira  y controlar para sustituirlas por otras más adecuadas, las conductas agresivas dentro de  lo que es la vida diaria. Con este programa se consigue:

  • Mejorar el conocimiento sobre las emociones y en concreto sobre la ira para facilitar la comprensión del problema.
  • Conocer la naturaleza de la agresividad así como el ciclo que caracteriza su presencia en las relaciones humanas.
  • Dotar a la persona de técnicas de relajación para controlar la activación fisiológica y emocional asociada a la experiencia de ira.
  • Proporcionar estrategias externas y de control de pensamiento para reducir los estímulos y situaciones que actúan como desencadenantes.
  • Modificar los pensamientos y actitudes disfuncionales asociados a la ira para desarrollar un patrón de pensamiento alternativo y funcional que permita poner en marcha conductas más adaptativas y la vivencia de emociones más ajustadas.
  • Aprender formas de comunicación asertiva de cara a sustituir la agresividad como forma de lograr objetivos.
  • Desarrollar un plan de prevención de situaciones futuras difíciles o conflictivas.

Estrategias para controlar la ira que aprenderás en el tratamiento

  • Ira acumulada: callarse y tragarse las emociones ante situaciones de injusticia o de agresiones emocionales externas lleva, antes o después, a un estallido de gran violencia verbal o física.
  • Nada es cuestión de perder o ganar: en numerosas ocasiones la ira es una reacción a la frustración por no haber conseguido los objetivos que uno se plantea o que los acontecimientos no se desarrollen como uno quiere. La empatía es un arma idónea para evitar plantear las relaciones humanas como una cuestión de ganar o perder. De hecho, la baja tolerancia a la frustración es generalmente la antesala de un episodio de ira.
  • Pensar en las causas y consecuencias de un episodio de ira: es importante analizar si esta reacción emocional se ha producido realmente por causas justificadas. En muchas ocasiones no es así, como sucede, por ejemplo, cuando se está al volante de un automóvil y se profieren gritos e insultos ante la manera de conducir de otros que interfieren la marcha. Meditar sobre el hecho de porqué se ha reaccionado de esta manera ayudará en el futuro a controlar estos estallidos.
  • El descanso es importante: el agotamiento, físico o mental, favorece las reacciones airadas y los impulsos de irascibilidad (saltar a la mínima, como reza la expresión popular). Es necesario asegurarse el descanso necesario, tanto en lo que respecta a las horas que se duerme como a la calidad del sueño.
    También hay que saber parar en momentos determinados del día. Es estrés es un facilitador de la ira. Las pausas en el trabajo para el café o la comida cumplen con esta finalidad.
  • Aprender a relajarse: la relajación es una de las mejores formas de prevenir los estallidos de ira y hay diferentes modos de hacerlo. Uno de ellos es la práctica habitual de ejercicio físico, especialmente cuando éste es intenso y se realiza en compañía: ayuda a desterrar de la mente los temas que causan la irritabilidad y después a verlos con otra perspectiva. El yoga, el Tai-Chi o un simple baño de agua caliente son otros modos de lograr un estado de relajación. En momentos puntuales, en los que se detecta que se puede tener una reacción irascible, respirar profundamente y de forma pausada durante unos instantes ayuda mucho para evitar un posible estallido.
  • Evitar situaciones y personas que se sabe pueden resultar irritantes: la mayoría de las personas son conscientes de que hay situaciones, otras personas o una combinación de ambas cosas que les resultan irritantes. Si es así, lo mejor es evitarlas o retirarse a tiempo antes de llegar al enfrentamiento y un arranque de ira.
  • La ayuda del psicólogosi a pesar de todo las reacciones emocionales de ira siguen dándose de manera frecuente sin ser capaces de controlarlas, es aconsejable buscar la ayuda de un psicólogo, antes de que las personas del entorno habitual empiecen a alejarse de uno. La terapia puede ayudar a cambiar actitudes que contribuyen a exagerar o magnificar hasta el dramatismo episodios que carecen de importancia real y a llevar a cabo una reestructuración cognitiva que permita gestionar adecuadamente la ira.

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